Santo Domingo, 10 de enero de 2024

¡Queridos fieles todos!
Los últimos acontecimientos en nuestro país conmocionaron a multitud de
hombres y mujeres y nos pusieron en un estado de pánico y terror.
Como hombres y mujeres creyentes tenemos que mirar la situación con ojos
de fe y confiar en la asistencia de nuestro Señor Jesús.
Los apóstoles en el lago de Genesaret estaban asustados y temían hundirse
por la tormenta. En esta misma tormenta el Señor se presentó caminando
sobre las olas terroríficas y al final calma las olas mortales.
No tenemos motivo de creer que el Señor nos haya abandonado. Unámonos
en oración. El miedo es tierra fértil para sembrar odios y divisiones. No es la
hora de ocuparnos de esto. Tratemos de vivir en medio de precauciones
prudentes con confianza y vivir nuestra vida de forma ordinaria. Tratémonos
con delicadeza, dándonos a entender que nos protegemos mutuamente y
queremos progresar apoyados en nuestra fe. Saldremos de esta situación
con la ayuda de Dios y de nuestra Madre, la Virgen María.
Sigamos asistiendo a las Eucaristías y actos de adoración en nuestras
Parroquias. Evitemos zonas de mayor peligro, pero no nos queremos dejar
dominar por el miedo. Confiemos en los Sagrados Corazones de Jesús y
María, a quienes nuestros antepasados consagraron a este país hermoso.
Sagrados corazones de Jesús y María, salven a nuestra Patria.

Mons. Bertram Wick, Obispo