HISTORIA
PRESENTACION
La presencia de la Iglesia Católica en Santo Domingo se remonta a más de cuatro siglos en el tiempo. Desde entonces, la Iglesia ha ido abriéndose paso por la enmarañada y exuberante selva noroccidental del país, al ritmo de los colonizadores, pero también al de los nativos Tsáchilas, avanzando, un paso delante, incluso a la organización política, para construir comunidades que han acogido con alegría y esperanza el Reino de Dios que es vida, libertad y amor.
Lo que se ofrece aquí, no es más que un itinerario brevísimo del caminar de la Iglesia en este suelo de sabor paradisíaco.
Nos encontramos en la vasta región noroccidental, en las estribaciones del Pichincha. Entre los 400 y 600 metros al nivel del mar, con un clima templado y una vegetación exuberante, con una población, al año 2023, de más de 500.000 habitantes, venidos de todas las provincias ecuatorianas que, con los extranjeros y los Tsáchilas, forman parte de un policromado mosaico, caracterizado por el amor al trabajo y la fraternidad.
TIERRA DE MISIÓN
La presencia de la Iglesia en esta región parte de 1587, cuando los Padres Jesuitas, en la persona del Padre Esteban Onofre, inician la evangelización. Un pionero que funda también los pueblos de Nono, Mindo, Nanegal, Tambillo, Gualea, Boloniguas. Los indígenas, por su parte, estaban ya formados en comunidades como: Caligua, Alamabis, Calópi, Lungoraza, Ohongo, Niguas, Alaquis, Cocaniguas, Alluriquín. Evangelizados con éxito, los Tsáchilas, tuvieron que ser abandonados por los Jesuitas en el año 1707 cuando van al oriente ecuatoriano a evangelizar a los jíbaros. Luego debe pasar más de un siglo para que se rompa el silencio. La población, indígena y colonizadora, de esta zona debe haber crecido a tal punto, que alcanzó a reunir las condiciones necesarias para que el Dr. Don Gabriel García Moreno, Presidente Constitucional del Ecuador, en 1864, eleve a Santo Domingo de los Colorados a la categoría de Parroquia Civil.
Sin embargo, para constatar un proceso continuo de evangelización hay que esperar el comienzo del siglo XX, en 1906. Es preciso notar que, en ese entonces, Santo Domingo no contaba más que con una sola vía de comunicación, factor importantísimo en el futuro desarrollo e la zona: la vía en cuestión es el camino de herradura que va desde Aloag, bordeando el río Pilatón y luego el Toachi, en una distancia de 130 a 140 kilómetros. Este camino permite el ingreso a los colonos como el de los misioneros.
Así, los primeros registros de actividad pastoral misionera se encuentran en los libros de la Parroquia de Aloag, según estos, en el año 1906, el P. Carlos E. Acosta, bautiza y bendice 5 matrimonios de los cuales he aquí los dos primeros que constituyen todo un símbolo por la calidad de la gente. En Manipilí, el 27 de septiembre de 1906, el Padre Carlos E. Acosta debidamente autorizado bendijo el matrimonio de Juan Narváez y Rosario Calderón, residentes en la montaña de Santo Domingo de los Colorados. Fueron testigos Don Segundo Narváez y Dolores Jaramillo. Segundo matrimonio: En Cañero, el 28 de septiembre de 1906, el P. Carlos E. Acosta debidamente autorizado bendice el matrimonio de Miguel Aguavil y Cruz Oranzona de San Miguel de los Colorados.
Fueron sus testigos Don Andrés María Muñoz e Isabel Geacometti. He ahí los dos primeros matrimonios realizados como fruto de una misión del Padre Acosta en Santo Domingo de los Colorados. El primero una pareja de colonos y el segundo de Tsáchilas, con el intervalo de un día, uno de otro. Otro dato interesante, tiene que ver con el primer bautismo realizado por el mismo P. Acosta. Según su registro el P. Carlos E. Acosta, bautiza solemnemente a la niña María Alejandrina Betancourt, hija legítima de Amador Betancourt y María Chamorro, colombianos, residentes en la montaña de Santo Domingo de los Colorados. Fueron sus padrinos Aparicio Realpe y Umelia Mera, con fecha 8 de septiembre de 1906. A partir de esa fecha, se cuentan bautismos de Don Felicísimo Sosa, Enrique Ortiz, que también realiza matrimonios. De los Padres Francisco Castillo y Francisco Arrocena que bautizan y realizan 67 matrimonios. Más tarde los padres Tomás Conde y José Díaz, bautizan y bendicen 52 matrimonios. Entre los años 1927 y 1929, el P. Augusto Cevallos bautiza y bendice matrimonios, así como los padres León Deletre y Pedro Iñiguez, Redentoristas, que bautizan y bendicen 46 matrimonios. También se tiene registros de bautismos del Padre Eladio Sánchez, y de los redentoristas Padre Ignacio Martínez y Padre León Deletre, bautismos y 35 matrimonios.
Más adelante, hacia el año 1935 y se cuentan bautismos del P. Luis Vivar, 24 del Padre Nicolás Alfredo Meléndez, 11 matrimonios del Padre Nicolás Alfredo Meléndez y 12 matrimonios del Padre Alfredo Navas. Se podría decir que, en esa época, una de las tareas más importantes fue la de unir a la gente en matrimonio según la ley civil y eclesiástica. En los años subsiguientes se hace una anexión de la Parroquia de Santo Domingo de los Colorados, “ad experimentum”, a la parroquia de Chillogallo. Para este momento, ya se ha abierto la vía carrozable de Santo Domingo a Quito, por Chiriboga. Largas caravanas motorizadas ingresaban, por turno a la zona, transportando a los colonos que venían a afincarse y poblar la región que se les presentaba hospitalaria y con un gran potencial en la producción agrícola y ganadera.
A los colonos no les arredraba ni la austeridad del invierno ni las enfermedades propias de un clima semi-tropical, atestado además por las culebras. Les atrajo la exuberancia de la vegetación que les supo brindar abrigo y alimento, al tiempo que se convirtió en fuente de riqueza en banano, café, cacao, arroz, naranja, mandarina, mandarina limón con la ganadería en diferentes especies y calidad. A ello se añadía la pesca en los grandes y hermosos ríos con sus esteros que bañan hasta hoy esta zona, verde y roja, de Santo Domingo de los Colorados. A la acción misionera desde Aloag, entonces, sigue ahora la acción pre-parroquial desde Chillogallo.
En octubre de 1942 el P. Jorge Checa viene como encargado y realiza en su estadía 14 matrimonios. Para 1943 llega el P. Ulpiano Espinoza de los Monteros, Lazarista y en enero, de 1944 la misión franciscana con el P. Antonio Luzuriaga. Ese mismo año, del 21 de Julio al 4 de agosto, se realiza una misión Lazarista, con el P. Ulpiano Espinoza de los Monteros a la cabeza y en colaboración con los jóvenes seminaristas Luis Amable Navas y Julio Martínez. El P. Octavio Calderón, Lazarista, predica en la Navidad. En 1945, ordenado ya sacerdote el P. Luis Amable Navas, vuelve a la misión en esta región. Visita los hogares, catequiza a los niños, realiza primeras comuniones, bendice los matrimonios y atiende a los adultos. Para el año 1946, el mismo Padre Luis Navas, reemprende el trabajo misionero en la zona, en diversos momentos del año: celebrando así por primera vez la Semana Santa, en los meses de julio y agosto, otro tanto y, finalmente, en Navidad. Forma así mismo la Cooperativa San Vicente de Paúl en honor de los Padres Lazaristas, y de la misión que se ha venido realizando.
Es el momento en el que los fieles sienten la necesidad de tener un Párroco y el Padre Navas, les pide como condición la casa parroquial. Se forma entonces el Comité proconstrucción. En ese año los Padres Lazaristas han realizado 17 matrimonios. Para el año 1947, el P. Luis Amable Navas continúa la misión. De la casa parroquial se ha había levantado el esqueleto con techo de teja, y el 8 de agosto, fiesta de Santo Domingo, se la inaugura. Teniendo ya la casa parroquial, se hace la petición al Señor Arzobispo Don Carlos María de la Torre, para que envíe un párroco a Santo Domingo de los Colorados. Por disposición del Señor Arzobispo, el 27 de octubre, el P. Amable Sosa, siendo párroco de San Roque, viene a organizar y a atender lo que sería la futura parroquia eclesiástica y el 30 de noviembre, el P. Germán Maya, coadjutor de San Roque, viene a Santo Domingo previo a su nombramiento como párroco, en compañía del P. Luis A. Navas promotor de la parroquialización.
PARROQUIA ECLESIÁSTICA
Y aquí empezó la etapa parroquial de Santo Domingo de los Colorados. El 8 de agosto de 1948, el P. Germán Maya, fue nombrado como el primer párroco de Santo Domingo de los Colorados. Encontró un amplio terreno con dos frentes, uno de cara a la plaza Zaracay y el otro a la avenida 29 de mayo. Además, un esqueleto de casa parroquial con techo de teja. Se alojó, mientras tanto, en una casa de arriendo. Solo fue hasta el año 1949 cuando el párroco pudo pasarse a vivir en las primeras piezas de la casa parroquial que pudieron ser terminadas para fines de ese año. En 1950, se elaboraron los planos de la nueva Iglesia parroquial bajo la dirección del Sr. Ingeniero Galo Pazmiño y se inició la construcción de la Iglesia parroquial, de madera, de 12×27, sin torre. La torre como se la conoce hoy se la hará años más tarde con la construcción definitiva. Para lograr una mejor atención a los 6.000 habitantes de Santo Domingo, el Párroco, P. Germán Maya, solicitó a la Madre María del Perpetuo Socorro, Superiora General de las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Sena, una expedición misional, la misma que se llevó a efecto el 31 de mayo. Las Hermanas en el primer intento permanecieron cinco meses entre los indígenas colorados, quienes recibieron los sacramentos de Bautismo, confirmación, la primera comunión y el matrimonio. El 9 de diciembre la Madre General en persona visitó Santo Domingo y determinó la fundación de una casa misionera. Desde entonces, hasta hoy, las Madres Lauritas han estado presentes en las diversas comunas, a saber, Chiguilpe, Mapalí, Peripa, Cóngoma, Tahuasa, Los Naranjos, El Poste y El Búa.
PÁRROCOS
Con la llegada del P. Germán Maya y su nombramiento como primer párroco, se inauguró propiamente la etapa parroquial de Santo Domingo. Esta nueva parroquia eclesiástica, naturalmente pertenece a la Arquidiócesis de Quito. He aquí la serie de Párrocos que se fueron sucediendo, hasta cuando se creó la Prelatura Territorial hacia el año 1987:
1. Germán Maya (07-08-1948) 18 años
2. Jorge Iturralde (10-03-1966) 9 años
3. Jaime Fernández (02-1975) 2 años
4. Rafael Escobar (30-01-1977) 1 año
5. Jacinto Ribadeneira (08-06-1978) 5 años
6. Gualberto Pérez (28-02-1983) 3 años
En este período la presencia de la Iglesia fue consolidándose y fue abriendo nuevas perspectivas, acuciada por la multiplicidad y variedad de pobladores. Santo Domingo de los Colorados fueron aglutinándose gente proveniente de todas las provincias del Ecuador. Por su parte las comunidades religiosas, en especial, las Madres Lauritas y las Hermanas de la Caridad, fueron agentes privilegiadas de la Evangelización alrededor de las cuales fueron surgiendo colaboradores seglares como catequistas, animadores y misioneros gracias a quienes el Evangelio se ha ido haciendo presente en los diferentes sectores del campo y de la ciudad. Es bueno destacar que entre los años 1978 y 1985, previo al constituirse como Prelatura, fueron surgiendo Vicarías Parroquiales como una respuesta eclesial a las diversas necesidades materiales y espirituales de los fieles en las cooperativas y recintos que habían ido apareciendo pujantemente. Así, pueden nombrarse: San Jacinto en 1980; Unificados y la Libertad del Toachi, en 1981, con los Padres.
Mateo Beauvin, Rubén Molina, Eduardo Moreno respectivamente. La Vicaría de Valle Hermoso en 1984 con el P. Felipe. Puerto Quito en 1983 con el P. Oswaldo Albán. Puerto Limón y la Cooperativa 17 de diciembre, con los Padres Salvatorianos y los Padres Pedro Bretzinger y Vidal Gutiérrez. Para 1983, debido a la pujante población santodomingueña esta región se constituyó en un gran desafío para la acción política del Estado, así como también para la acción pastoral de la Iglesia. Los sacerdotes tuvieron que multiplicarse y para extender sus posibilidades y brindar atención a los fieles, cada vez más numerosos. En estas circunstancias, se dividió a Santo Domingo en cuatro zonas pastorales aprovechando de las cuatro grandes vías ya existentes.
Al frente de cada cual se colocó a un sacerdote de la Congregación de la Misión (Lazaristas), con un templo principal y con proyección al campo. De este modo: Zona Vía Quinindé-Quito, a cargo del P. Luis Quet con sede en la Iglesia matriz. Zona Vía Quinindé-Chone, a cargo de los Padres Luis Angulo y Gualberto Pérez, con sede en la Iglesia de la Cooperativa Padres de familia. Zona Vía Chone-Quevedo, a cargo del P. Hugo Verlaine Araujo Hidalgo, con sede en la Iglesia de la Cooperativa 17 de diciembre. Zona Vía Quevedo-Quito, a cargo del P. Fernando Domínguez, con sede en la Iglesia de la Cooperativa Trabajadores Unificados.
En estas zonas ya existían centros de reunión y de culto con un número, cada vez mayor, de agentes de pastoral, como catequistas, misioneros y animadores de las comunidades cristianas. En la ciudad ya se había construido Iglesias y capillas, por nombrar algunos: En la Cooperativa Modelo Santo Domingo, el templo al Santo Hermano Miguel; en la Villa Florida, a Cristo del Consuelo; en la Cooperativa Santa Martha, sector uno, el Templo El Niño Jesús, y en el seis, a Nuestra Señora de El Cisne; en los Unificados dos templos; en la Abdón Calderón, uno; en la Cooperativa Padres de Familia, otro con el nombre de La Medalla Milagrosa. En el campo, por su lado, sobre la vía Quinindé: en el kilómetro 21, Pambilandia, por el kilómetro 13, la Colonia Velasco Ibarra, La Concordia en el kilómetro 40 de la vía Quinindé, La Independencia en el 42, así como en las Villegas; sobre la vía Chone: Santa Lucía, en el kilómetro 15, Nuevo Israel en el kilómetro 21 y en el 23 Nuestra Señora de El Cisne, en el 26, Chiguilpe. En esta misma zona entrando por el kilómetro 9 de la vía Chone, Los Laureles y San Jacinto con Avispa Chila por el kilómetro 21; sobre la vía Quevedo, margen derecho: desde Santo Domingo en el kilómetro 6 y medio, “La Aurora”, y por el kilómetro 7 hacia adentro a los respaldos: San Miguel de los Colorados, La Providencia, La Unión: El Cisne, Puerto Limón: Nuestra Señora de los Ángeles, Vicente Rocafuerte: San Vicente Ferrer, el Paraíso del Pupusá, La Y, El Rosario, San Luis, La 30 de noviembre, en el kilómetro 12 en la Urbanización Susanita, en el 23, Luz de América, en el 33 el templo de la Primavera; por su margen izquierdo: por el Kilómetro 7, Chiguilpe: templo de la Unidad colorada en proyecto, Mapalí, Otongo: Nuestra Señora de El Cisne, La Reforma, El Polanco, por el kilómetro 19, Buena vista, El Esfuerzo: Nuestra Señora de El Cisne, Palmar del Bimbe: por el kilómetro 34, Vicente de Ibaniza, Provincias Unidas y Fuerzas Unidas, San José de Bella Vista, Redención social; sobre la Vía Quito, margen izquierdo, por el puente Río Toachi hacia adentro: Brasilia, San Antonio, Praderas del Toachi, El Porvenir: La Florida, El Placer, Santa Rosa del Mulaute, El Paisaje del Río Blanco, Los Andes, El Achotillo, Bernardo Valdivieso, La 18 de Noviembre, Alma Lojana, Libertad del Toachi, La Alianza.
Entre la Vía Quito y la vía Quevedo desde la Cooperativa Trabajadores Unificados hacia los respaldos ya se habían conformado comunidades en: San Gabriel del Baba, La Lorena, Julio Moreno Espinoza, Aquepi y San Ramón. Esta visión geográfica de las zonas y de los centros de reunión como el de culto, dan razón del esfuerzo misionero de la Congregación de la Misión desplegado hasta el año 1983. Durante todo este tiempo, en estos sitios se constituyeron pequeñas comunidades cristianas que iban naciendo y formándose en torno a la Palabra de Dios, que iba iluminando su realidad física y moral, como social y política, destacando los compromisos comunitarios y personales que iban marcando el paso del caminar por la senda del Reino de Dios.
Las comunidades se iban uniendo en la celebración de los Sacramentos del Bautismo, Matrimonio, Eucaristía, Confirmación. Los días sábados y domingos estaban dedicados al Señor y los templos, tanto los de la ciudad como los del campo se veían frecuentados para la celebración de la Misa punto central de la vida cristiana de los fieles. Estas comunidades se iban construyendo, entonces, sobre la base de la amistad que iba brotando de la Palabra y la Eucaristía. Pese a la escasez de sacerdotes, en aquél entonces, la Iglesia pudo atender a los fieles, en la ciudad y en el campo, dando nacimiento a las pequeñas comunidades.
VICARIA EPISCOPAL DE LA ARQUIDIÓCESIS DE QUITO
Dada la realidad de esta región, el trabajo pastoral y la conformación de numerosas comunidades cristianas, el Señor Arzobispo de Quito, Mons. Pablo Muñoz Vega, SJ., aconsejado por su consejo presbiteral, deciden crear la Vicaría Episcopal de Santo Domingo de los Colorados. El deseo del Señor Arzobispo se concretó el 18 de febrero de 1984, cuando le encomendó a Monseñor Emilio Lorenzo Stehle, oriundo de Alemania, ordenado Obispo meses antes y nombrado Auxiliar de la Arquidiócesis de Quito, para que atienda toda esta zona, en calidad de Vicario Episcopal de Santo Domingo de los Colorados. Su actividad pastoral se inició de forma inmediata.
El domingo 19 de febrero en la misa de 9, se presentó a los fieles. El lunes 20 de febrero realizó la primera reunión con los sacerdotes que trabajaban en la zona, ante quienes se presentó como el servidor de todos, y les indicó que daba inicio a su labor en la Nueva Vicaría Episcopal, que hasta entonces había sido llamada zona noroccidental de pastoral de la Arquidiócesis de Quito. El 19 de abril de ese año volvió a Santo Domingo, para celebrar la misa Crismal del Jueves Santo, donde consagró y bendijo los óleos que los sacerdotes utilizarán en la administración de los diferentes sacramentos signos de la salvación traída por Cristo. Este signo, marcó una nueva etapa en el desarrollo pastoral de Santo Domingo de los Colorados.
El Señor Obispo, se enfocó en la realidad social y religiosa de la zona que se le había encomendado, por lo que, buscó sacerdotes que pudieran venir a servir en este territorio de misión, pues su número aún era insuficiente; así como buscó colaborar en todo lo que le fue posible para la promoción humana de la gente. Poco a poco se fue equipado la casa donde residirá el Obispo y desde donde se atenderán los asuntos administrativos de la Vicaria Episcopal. Se fueron construyendo algunos templos y casas parroquiales, tales como el Santo Hermano Miguel, la casa parroquial con el templo de Valle Hermoso; la casa parroquial de la Coop. 17 de diciembre; la casa parroquial y el nuevo templo de los Unificados que llevará por nombre La Anunciación; la nueva casa parroquial de la Iglesia Matriz; todo esto con la ayuda que traía el Señor Obispo desde Alemania.
Así con el impulso que Mons. Emilio Stehle dio a la Vicaría Episcopal de la Santo Domingo de los Colorados, lo que inicialmente era una única parroquia, fue diversificándose llegando en esos años a tener, en la ciudad, seis parroquias, con ocho sacerdotes, a saber, La Iglesia Matriz llamada La Ascensión con los Padres Luis Quet, Gualberto Pérez, Hugo Verlaine Araujo y Fernando Domínguez; La Anunciación, en el sector de la Cooperativa de los Trabajadores Unificados, con el P. Vicente Pérez; El Buen Pastor, en el sector de la Cooperativa Las Palmas, con el P. Romualdo De Poli; Santo Domingo de Guzmán, en el sector de Las Palmeras, con el P. Fernando Domínguez C.M.; Santa María de la Trinidad, en el sector de la Cooperativa 17 de diciembre, con los Padres Pedro Bretzinger y Vidal Gutiérrez; La Medalla Milagrosa, en el sector de la Cooperativa Padres de Familia, con el P. Gualberto Pérez.
En el campo, por su lado, se conformaron ocho parroquias con 11 sacerdotes, estas fueron: Libertad del Toachi, con el P. Hugo Araujo; Valle Hermoso, con el P. Felipe Clementi; San Jacinto del Búa, con el P. Mateo Beauvin; Puerto Limón, con los Padres Salvatorianos, Guillermo Mesa y Gabriel Ospina; San Pedro de La Independencia con los Padres de los Sagrados Corazones, Enrique Gayreaud, Matías Shanley y Jean Claud; Alluriquín, con el P. Sergio Torres; Tandapi, con el P. Wilfrido Boischerk y Puerto Quito, con el P. Oswaldo Albán. En total se tenían 14 Parroquias, con 17 sacerdotes, 5 ecuatorianos y 12 extranjeros, pastoreados por el Señor Obispo, Mons. Emilio Stehle, Auxiliar de Quito y Vicario Episcopal de Santo Domingo de los Colorados.
PRELATURA TERRITORIAL DE SANTO DOMINGO DE LOS COLORADOS
El 5 de enero de 1987, con la bula “Universal Ecclesiae”, el Santo Padre San Juan Pablo II, erige la “Prelatura Territorial de Santo Domingo de los Colorados”, desmembrando de la Arquidiócesis de Quito, aproximadamente 8.000 Km2, en los que habitaban en esa fecha, cerca de 350.000 personas y se designa a Mons. Emilio Stehle como su primer Obispo Prelado. Mons. Emilio tomó posesión de la Prelatura el 4 de abril de 1987, ceremonia en la que participaron algunos obispos del Ecuador, sacerdotes, autoridades civiles y muchos fieles. Esta nueva conformación de la Iglesia en Santo Domingo y el impulso de su nuevo Obispo Prelado, ayudó sin duda a que la iglesia prosperara espiritual y materialmente.
Tuvo que emprender la construcción y el equipamiento de nuevos centros parroquiales; frente a la grave escasez de sacerdotes, debió buscar sacerdotes y comunidades religiosas y ofreció apoyo a los indígenas Tsáchilas; promovió valores humanos y cristianos en una sociedad dedicada al lucro fácil. El cargo de Obispo no lo ostentó como un título honorífico sino al servicio de la misión confiada. No hay duda que asumió el reto de ocuparse de Santo Domingo con sus problemas, dificultades y retos. Se dice que: “No pensó en el clima, en la falta de comodidades, ni en los puentes que debían construir con su patria natal y la porción del Pueblo de Dios que le era confiada”. Se le llamó cariñosamente “El Obispo constructor” y se llegó a decir que era “el mejor alcalde que había tenido Santo Domingo”.
Su obra espiritual trascendió también al campo de lo social. Buscó dar solución a problemas de infraestructura básica para los más desposeídos; se preocupó de los presos que vivían en condiciones infrahumanas y también de muchos enfermos que morían sin atención médica oportuna. Quería que Santo Domingo se convirtiera en un lugar más humano y agradable para vivir. Para ello se ocupa del: embellecimiento de la catedral, la construcción de un parque ecológico, solución habitacional para ancianos y niños huérfanos (Valle Feliz), atención a chicos de la calle, formación de artesanos, hogar de acogida para estudiantes de fuera de la ciudad, formación de maestros de religión y una universidad para formación técnica de la juventud. También promocionó y apoyó la educación bilingüe y pluricultural para preservar la cultura, la religiosidad y la cosmovisión Tsáchila.
DIÓCESIS DE SANTO DOMINGO EN ECUADOR
El 8 de agosto de 1996, el Santo Padre San Juan Pablo II, eleva la Prelatura Territorial de Santo Domingo de los Colorados a “Diócesis” y se nombra a Mons. Emilio Lorenzo Stehle como su primer Obispo Diocesano. El 25 de septiembre de 1996 en solemne eucaristía, se realiza la posesión de la nueva Diócesis por parte de Mons. Emilio Stehle, celebración a la que concurren el Nuncio Apostólico, los Obispos del país, sacerdotes, religiosas, autoridades y pueblo fiel. Para este momento el número de sacerdotes había subido a 53, provenientes de 12 naciones diversas, aumentó el número de religiosas de ser 29 cuando se hizo Prelatura a 79, al ser elevada a Diócesis.
El impulso que le dio Mons. Emilio Stehle es digno de admiración, pues fue un líder que se puso del lado del pueblo y de sus necesidades espirituales y materiales, para dar una respuesta desde el Evangelio de Cristo que naturalmente se encarna en cada realidad. Tras quince años de ardua labor frente a la Prelatura y luego Diócesis de Santo Domingo, en mayo de 2002, tras una delicada situación, pero ya aceptada por el Papa su renuncia al gobierno de la Diócesis, sin dar muchos detalles de su partida, sólo despidiéndose de sus más cercanos colaboradores, regresó a su natal Alemania.
El 23 de junio de ese mismo año 2002, el P. Wilson Moncayo Jalil, Ambateño, procedente de la Arquidiócesis de Quito, que hasta entonces era Párroco de Conocoto y Secretario Ejecutivo de la Pastoral Social de la Conferencia Episcopal, fue ordenado Obispo y tomó posesión de la Diócesis de Santo Domingo como su Segundo Obispo Diocesano. La ceremonia se realizó en el Coliseo Tsáchila de la ciudad. Mons. Wilson Moncayo dio gran impulso a la evangelización a través de los medios de comunicación, puso mucho empeño en rehabilitar el Seminario Mayor “San Pedro”, promovió el Plan Pastoral en donde la catequesis, la liturgia y la Caridad debían ir de la mano para ser una Iglesia servidora que sea camine como discípula y misionera al encuentro con Jesucristo vivo. Otra obra de gran envergadura fue la construcción de la Catedral El Buen Pastor, en el sector de la Cooperativa Las Palmas, a poca distancia de la Curia Episcopal.
Su construcción inició en marzo del año 2003 con la conformación de un Comité. Quiso comenzar por el esqueleto de las dos torres de más de 50 metros de alto, pues quería que sean un signo para que quienes contemplen la catedral, no se olviden de mirar al cielo y tenga siempre presente a Dios. Aunque no alcanzó a verla culminada, la consideró como un aporte al crecimiento y desarrollo de la ciudad.
Murió a causa de un cáncer al pulmón el 12 de marzo de 2012, dejando a la Diócesis en sede vacante. El Papa Benedicto XVI nombró entonces como Administrador Apostólico de la Diócesis a Mons. Julio Terán Dutari, SJ., quien en ese momento era Obispo Emérito de la Diócesis de Ibarra. Estuvo en este servicio durante tres años, fundamentalmente dando continuidad al trabajo pastoral emprendido por Mons. Wilson Moncayo. El 23 de marzo de 2015, el entonces Obispo Auxiliar de Guayaquil, Mons. Bertram Wick Enzler, habiendo sido nombrado por el Papa Francisco, como Tercer Obispo Diocesano de la Diócesis de Santo Domingo en Ecuador, toma posesión de la misma en la Catedral El Buen Pastor, en presencia de los Obispos del país, el clero, religiosas y fieles.
Desde entonces hasta la fecha, gobierna esta Diócesis, enfatizando en estos años de ministerio episcopal, la adoración eucarística, la atención espiritual a los enfermos, la confesión a los fieles, la visita a las familias y la cáritas parroquial. Para el año 2023, la Diócesis cuenta con aproximadamente 90 sacerdotes entre diocesanos y de diversas comunidades religiosas que brindan sus servicios pastorales en esta iglesia particular de Santo Domingo y con un número similar de religiosas de 18 congregaciones.
CONCLUSIONES
Son más de cuatro siglos de presencia fecunda de la Iglesia Católica en la zona verde y roja de Santo Domingo de los Colorados, hoy llamada Santo Domingo de los Tsáchilas. En este tiempo ha crecido su clara consciencia de del gran reto que ha ido imponiendo, con el pasar de los años, el desarrollo demográfico y urbanístico de la zona.
Ha querido ser una respuesta constante y permanente a las necesidades espirituales como materiales del pueblo. Ha comulgado y participado en los problemas de orden social, político, económico, religioso de la siempre creciente población que ha emigrado de los cuatro puntos cardinales de la Patria. Ha tenido como finalidad la evangelización, creando una comunidad eclesial que llegue a celebrar en la liturgia su fe para volver especialmente sobre el más pobre para su liberación integral y su promoción humana.
Ha construido desde la comprensión de la realidad, los contactos personales y familiares, la formación de base, los cursillos de compromiso cristiano, los líderes cristianos, auténticas comunidades cristianas haciendo de esta tierra y sus hijos, un pueblo digno de Dios y de la patria ecuatoriana a la que representa. Ha ido abriendo camino al advenimiento del Reino de Dios, tanto con los colonos, así como en los miembros de la nacionalidad Tsáchila, a la que ha defendido y promovido. Ha seguido, con esmero, las salvadoras palabras del Señor: “Vayan por todo el mundo; hagan que todos los pueblos sean mis discípulos”, a través de una cada vez más organizada acción profética, sacramental y hodegética, continuando, conforme al mandato la misión de Cristo, en esta zona maravillosa de Santo Domingo.
En resumen, han sido más de cuatrocientos años que la Iglesia en el Ecuador se ha hecho presente en la enmarañada y exuberante selva noroccidental del país, conocida con el nombre de Zona de Santo Domingo de los Colorados, desde la llegada del P. Esteban Onofre. S.J. hasta hoy, de una labor fecunda de la Iglesia.
Tomado de las anotaciones del P. Hugo Verlaine Araujo Hidalgo, CM., y de la recopilación hecha por el P. Carlos Armijos para la reseña histórica de la Diócesis, al cumplirse sus Bodas de Plata (2021).
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